
Quiero recomendarles, como siempre, que tengan su Biblia a la mano, preferentemente una Biblia católica. Estas lecciones no tienen sentido si no nos acercamos directamente a la Palabra de Dios. Muchas dudas permanecen simplemente porque no nos detenemos a estudiar la Biblia con calma, con fe y con orientación.
Nos encontramos en la lección número nueve, y hoy vamos a hablar sobre un tema muy importante: las consecuencias de afirmar que la Biblia está inspirada por Dios.
La inspiración divina de la Sagrada Escritura
Cuando decimos que la Biblia está inspirada, afirmamos que Dios es su autor principal. Él inspiró a los autores secundarios, es decir, a los hombres que escribieron los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, para que su mensaje llegara hasta nosotros tal como hoy lo conocemos.
Ya hemos visto en lecciones anteriores, apoyados en la Sagrada Escritura, que la Biblia está inspirada por Dios. Él es el verdadero autor, mientras que los autores humanos fueron instrumentos elegidos para escribir su Palabra.
Primera consecuencia: la revelación
La primera gran consecuencia de la inspiración es la revelación. Revelar significa dar a conocer algo que antes estaba oculto.
En la Biblia, Dios se revela, se manifiesta y se da a conocer al ser humano. A través de palabras humanas, Dios nos comunica su amor, su voluntad y su plan de salvación.
Pero esta revelación solo puede ser comprendida plenamente cuando la Biblia se lee con fe. Una persona puede abrir la Biblia buscando cualquier cosa menos encontrarse con Dios, y entonces no lo encontrará. La Palabra de Dios exige una actitud interior de fe y apertura.
Segunda consecuencia: la unidad de toda la Biblia
Otra consecuencia fundamental de la inspiración es la unidad de toda la Biblia. Aunque la Biblia está compuesta por muchos libros y fue escrita por diversos autores humanos a lo largo de muchos siglos, tiene un solo autor divino: Dios.
Por eso la Biblia es un solo libro que contiene muchos libros, pero todos forman un solo mensaje. Ese mensaje central es el misterio de Cristo, preparado en el pueblo de Israel y manifestado plenamente en Jesucristo.
Todo el Antiguo Testamento es una preparación para Cristo, y el Nuevo Testamento es el cumplimiento de esa promesa. Dios se revela progresivamente hasta llegar a la plenitud de la revelación en su Hijo.
Tercera consecuencia: la sacramentalidad de la Biblia
La Biblia tiene también una dimensión sacramental, es decir, es un medio por el cual Dios ofrece su gracia.
A través de la lectura respetuosa y creyente de la Sagrada Escritura, el ser humano puede encontrarse con Dios y con Cristo. No hay una manera más directa y profunda de escuchar a Dios que acercándose a su Palabra con humildad y fe.
Cuarta consecuencia: la ausencia de error
Otra consecuencia muy importante de la inspiración es que la Biblia es verdadera y sin error, pero es necesario entender bien qué significa esto.
La ausencia de error se refiere a las verdades que Dios quiso revelar para nuestra salvación. Dios no se contradice ni engaña. Toda revelación auténtica contenida en la Biblia es verdadera.
Esto no significa que la Biblia sea un libro científico, histórico o matemático. Tampoco significa que todas las narraciones deban entenderse de forma literal. Lo que no tiene error es el mensaje salvador que Dios quiere comunicarnos.
Antiguo y Nuevo Testamento
Cuando encontramos diferencias entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, debemos recordar que el Antiguo Testamento es una preparación, mientras que el Nuevo Testamento es el cumplimiento.
Ambos deben respetarse, pero el Nuevo Testamento tiene prioridad, porque en él se nos revela directamente Jesucristo, la Palabra definitiva de Dios
Biblia y ciencia: no hay contradicción
La Biblia y la ciencia no se contradicen, porque ambas tienen al mismo autor: Dios.
Por ejemplo, la Biblia nos dice que Dios creó el mundo en seis días, mientras que la ciencia habla de millones de años. Esto no es un error. El mensaje bíblico no pretende explicar procesos científicos, sino afirmar una verdad fundamental: Dios es el creador de todo.
Los “días” de la creación son una forma simbólica y pedagógica de explicar que Dios creó el mundo de manera ordenada y progresiva. La ciencia estudia el cómo; la Biblia nos revela el quién y el para qué.
Lenguaje simbólico y géneros literarios
Algunos relatos bíblicos, como el del profeta Jonás, utilizan un lenguaje simbólico y un género literario propio de su tiempo. El mensaje central no es el detalle narrativo, sino la acción de Dios que protege, llama y salva.
La Biblia no busca darnos datos exactos de historia, geografía o biología. Su finalidad es religiosa y espiritual: enseñarnos el sentido de la vida humana en relación con Dios.
Conclusión
La Biblia está inspirada por Dios y, por ello:
Dios se revela en ella
Toda la Escritura forma una unidad
Es un medio de encuentro con Dios
No contiene error en lo que Dios quiso revelar para nuestra salvación
Algunas narraciones pueden parecer difíciles o simbólicas, pero eso no invalida la verdad profunda que transmiten. Lo importante no es el detalle externo, sino la mano de Dios actuando en la historia humana.